“Mi familia, la Asociación (ANCI) y la iglesía evangélica han sido para mi los motores que me devolvieron a la vida activa, a sentirme útil, a no permitir que la discapacidad de la ceguera me hundiera en la soledad y la dependencia.
Me encontré a Oscar Alcántara Viamontes en la ANCI, en una de esas visitas que acostumbro por allá y me llamó la atención porque estaba conversando con otra persona sobre sus trabajos de artesanía. Y entablamos el diálogo.