Regreso

Estimados lectores, estoy de vuelta. Quizás algunos se preguntarán del por qué del atraso de mi Blog, y un bache de casi tres meses de desactualización, pero como en este mundo casi todo tiene respuesta les diré que hay decisiones en la vida que una tiene que adpotar quiera o no, porque los años van llenando los espacios de toda persona y aunque en lo profundo una se resista a ver la realidad, esta se impone y nos empieza a gritar: “Oye, no pretendas ocultar la verdad, que siete décadas sobre las espaldas no son fáciles,  además de los 41 años de trabajar es hora de abrir las puertas a los jóvenes, a los que se supone deben imprimir nuevas fuerzas a las corrientes de lo que significa la palabra REVOLUCIÓN”.

Y efectivamente llegó la hora de un supuesto descanso de la vida laboral con la garantía de una seguridad social de la que gozamos todos los que llegamos en este país a la edad del receso de tantos y tantos años de trabajo.

Soy de las muchas, muchísimas cubanas que a esta hora de la existencia que se va apagando, no tienen que preocuparse por una vivienda, ni el pago de un alquiler, ni de que me echen del inmueble como sucede en los super desarrollados países de la Europa occidental, no tengo que preocuparme tampoco porque en mi último kilometraje de camino que me falta por recorrer, cuando lo necesite, no pueda acudir a un médico o un hospital por falta de dinero, porque precisamente una de las grandezas de esta Isla es la medicina gratis con todos sus servicios de salud.

En fin que aunque no tengo Internet en casa, esta sociedad en la que vivimos me permite que hasta mi centro de trabajo continúe abriéndome sus puertas para disfrutar de todo el ambiente de este periódico que me acogió durante 37 años y sentir el placer de volver a sentarme ante esta computadora y escribir, y llegar a usted estimado lector.

Así somos por acá, no solo los periodistas, u otros profesionales, o cualquier trabajador de tantos y tantos sectores, cuando nos jubilamos añoramos ese incesante ir y venir, de la casa al trabajo y de este al hogar, y en especial los que escribimos añoramos también las discusiones en la redacción, sobre tal o más cual tema, las opiniones divididas o compartidas, las críticas, las bromas, los aciertos y los desaciertos, las reuniones justificadas e injustificadas, pero quizá lo que más añoremos sea ese reconocimiento de los lectores, del pueblo que aunque nos elogie o nos señale las deficiencias, es nuestro gran termómetro, nuestro medidor, nuestro premio, porque saber que nos leen, y que luego, si alguien te reconoce por la calle, te diga: “Que buen trabajo, sigue cómo vas que con esa crítica o elogio ayudas a que las cosas fuencionen bien”.

Por supuesto, volveremos a escribir de esas maravillosas personas que poseen o han desarrollado capacidades que los demás no poseen, y trateremos otros temas que quizá contribuyan también a que nuestro país sea más conocido y comprendido, aunque considero que con todo lo que se hace por las personas discapacitadas nuestros estimados lectores se hayan dado cuenta de cómo los derechos humanos se respetan en este pequeño pedacito de tierra antillano.

Y basta por ahora, no quiero aburrirlos. Un saludo grande para todos y en especial para un argentino que quiere mucho a Cuba y que escribe una prosa con la belleza de los versos.


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