Hay grandes hombres y mujeres que a pesar de sus discapacidades físicas supieron sobreponerse a ellas y sobresalir para dejar la huella más honda del ser humano: ser útil.
No sé cuantos nombres se pueden citar, pero escojamos solo algunos de los más famosos y otros menos conocidos: Miguel de Cervantes, llamado también el Manco de Lepanto; Ludwig van Beethoven, fue perdiendo el sentido del oído y Helen Keller, sorda y ciega se impuso a los obstáculos y aprendió a hablar y escribir lo que la convirtió en una escritora. Menos conocido tenemos a Henry Reeve, norteamericano que peleó en la Guerra de Independencia Cubana en el siglo XIX y perdió una pierna, sin embargo continuó luchando y para sostenerse en el caballo se amarraba la pierna a éste.
Luego no es de extrañar que un grupo de invidentes, débiles visuales y sordos ciegos encuentren en la literatura una vía para su realización como personas.