Pero me hice estomatóloga...

Es lamentable que una persona adulta sea víctima de un accidente de tránsito, pero es imperdonable que un niño, o una niña sufra toda la vida su secuela.

Miriam García Mendoza tiene 44 años de edad y...

“Mi madre iba a cruzar la calle conmigo (yo tenía dos años) cuando un carro a toda velocidad subió a la acera. Como consecuencia de ese hecho tan terrible, perdí las dos piernas”.

-Pero ahora usted es una médico estomatóloga.

“Empezaré por decirte que gracias a mis padres mi vida transcurrió como la de cualquier niña, porque ellos se encargaron de que mi limitación no se interpusiera en mi formación educacional y siempre recibí el apoyo de ellos.

“Cuando terminé el preuniversitario solicité la carrera de Estomatología, hubo quienes se opusieron, alegando que no iba a alcanzar buen desempeño, pero esos argumentos se desestimaron y el tiempo y la vida demostraron lo contrario”.

-Conozco que fue becaria en la Universidad de Ciencias Médicas ¿cómo se las arreglaba?

“Durante los dos primeros años me interné y además de realizar mis estudios participaba en todas las actividades, incluso hacía tiro deportivo. Y cuando teníamos que asistir a las prácticas docentes me trasladaba a la clínica de estomatología de la ciudad que me correspondía. En ese tiempo tenía una amiga que me ayudaba mucho.

“Cuando me gradué en 1988 estuve seis meses en el municipio de Vertientes a 28 km de Camagüey, donde había realizado el internado”.

-Se traslada muy bien con las prótesis ¿desde cuándo las utiliza?

“Desde los dos años de edad aprendí a dominarlas poco a poco y hasta los 23 tuve que ir a la capital del país, La Habana, para cambiármelas, pero desde la década del ochenta se fabrican aquí en Camagüey”.

Miriam, como toda profesional busca ampliar sus conocimientos en función de brindar un servicio más eficaz a los pacientes.

“Terminé la especialidad de Estomatología Integral (atención primaria) y la Maestría en Atención comunitaria en salud bucal, además pasé a la categoría de Asistente y formo parte del personal docente de la clínica.

Mi tesis de la Especialidad y la Maestría son una estrategia educativa en salud bucal con niños y jóvenes entre 5 y 19 años que padecen de discapacidad físico motora y de los brazos. Se trata de que gracias a la enseñanza especial que reciben, superaron las deficiencias en la higiene bucal y a pesar de sus limitaciones físicas aprendieron a cepillarse los dientes”.

-La he visto participar en evento de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM).

“Desde que se fundó en 1980 pertenezco a la Asociación y le dedico tiempo porque desempeña un papel importante en la sociedad. Contribuye a que las personas se den cuenta y valoren el aporte de los discapacitados en cualquier rama de la economía o de los servicios.

¿Y cómo es la vida privada de este camagüeyana que ha roto los muros de la exclusión?

“Tengo una hija de 17 años de edad, se llama Lissely y estudia en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas. Tengo a mi esposo, a mi madre -mi padre falleció y a mi hermana, médico en la especialidad de Fisiología. Me siento feliz”.

-Para nadie es un secreto las dificultades que el bloqueo de los Estados Unidos a Cuba crea actualmente en el transporte por eso creo que la silla eléctrica de ruedas le ha venido bien.

“Sí, fue una donación de dos motosillas que enviaron a la provincia hace dos años: una me la dieron a mí y la otra, a una médico de Vertientes”.

Como Miriam, decenas y decenas de cubanos con alguna limitación física trabajan, estudian, practican deportes, integran grupos artísticos en los diferentes géneros y son exponentes de lo mucho que una sociedad justa puede hacer por ellos.

Sus derechos son los mismos que los del resto de los ciudadanos, pero sólo con la voluntad política de un Gobierno revolucionario y humanista como el nuestro se hace posible esta realidad donde la exclusión se borró de los diccionarios.

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