La lástima es una ofensa

 Foto: Orlando Durán
“Era el 24 de diciembre, un día muy especial, creo que para la mayoría de las personas, caminaba por una calle y llegué hasta la zona del ferrocarríl. Empecé a atravesar la vía por donde venía el tren, pero no me daba cuenta.  Todo sucedió muy rápido  Yo tenía 27 años de edad. En ese momento mi mente estaba ocupaba por la gravedad de mi madre y la enfermedad que sufría.

“Como consecuencia de ese accidente perdí la pierna izquierda.

“Fue algo terrible para mí pero por suerte en ese tiempo había una organización llamada Unión Cubana de Acción Minusvalente que la llamábamos UCAM, viene siendo el antecedente de la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores, o sea la ACLIFIM.

“La UCAM estaba vinculada con la sala de rehabilitación del Hospital Amalia Simoni de aquí de Camagüey y su objetivo era buscar a las personas que sufrían alguna limitación física e incorporarlo al deporte, así se rehabilitaban y se incorporaban a la sociedad para mitigar en lo posible su discapacidad y ser útiles.

“Cuando se crea la ACLIFIM en Camagüey me incorporo inmediatamente por lo que me siento orgulloso de ser uno de los fundadores, y el año que viene vamos a cumplir 30 años de fundados.

“Ahora ocupo el cargo de vicepresidente organizador de nuestra asociación en el municipio cabecera”.

¿Qué hacías cuando lo del accidente? Y dime tu nombre.

“Me llamo Agustín Ramírez Muñoz y era profesor de secundaria básica. Impartía la asignatura de Biología pero en realidad yo quería ser enfermero porque la temática de la salud me llamaba la atención y luego fui a trabajar como camillero en el Hospital Provincial. Creo que yo era el único camillero con estas características, pero en el 1989 me peritaron y me sentí mal al principio,

“Entonces me dediqué por completo a la ACLIFIM donde me siento como parte de esta familia porque soy útil ayudando a los demás”.

¿Cómo ves la vida?

“Hay dos cosas en las que se siente un gran apoyo: una es que gracias a la Revolución tenemos esta asociación y un derecho asegurado al igual que el resto de la población y otro es que soy creyente, ambos, junto con mi familia y amigos me hacen sentir optimista.

“Para mi la vida siempre tiene una razón de ser  a pesar de las dificultades, por eso la amaré eternamente.

“Uno tiene que buscar lo positivo  y yo tenía que olvidarme de mi pierna. Esa discapacidad  no podía ser un obstáculo.

“Ahora tengo 61 años y me siento feliz  en este colectivo de la Asociación, aquí no puede haber rostros serios, porque somos como una gran familia.

“Yo digo que no hay nada más triste que un triste discapacitado por eso la tristeza no puede adueñarse de ninguno de nosotros, porque la vida es muy bonita y tenemos que saber vivirla a pesar de nuestros problemas.

“Te diré algo más, por ejemplo, yo he hecho de mi bastón parte de mi cuerpo y he aprendido a dominarlo muy bien junto con mi prótesis. Pero además ayudo a manejar este importente apoyo que es el bastón para nosotros  porque no todos los que tienen que usarlo, lo dominan.

“Se me olvidaba decir que nunca debe sentirse lástima por un discapacitado porque la lástima es una ofensa”.

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