Soy amante de la vida

Al principio, cuando me encontraba con esta muchacha en la ANCI, me desconcertaba por su alegría, su movilidad en el espacio, su conversación abierta sin complejos. Y yo me decía: “esta joven no tiene ninguna discapacidad”. Pero me equivocaba.


Cuando conversé con ella sobre el tema me refirió que no pocas personas se equivocan también y piensan que no es verdad su baja visión.

Hace unos días coincidimos en un evento de la ANCI sobre el Turismo de Rehabilitación y ella contaba cómo participó en este tipo de evento en la provincia de Guantánamo, y sus peripecias por aquella zona tan diferente a las llanuras de nuestro Camagüey, porque por allá predominan los lomeríos y la ANCI oriental aprovecha estos accidentes geográficos para contribuir a una rehabilitación que amplíe el margen de autonomía de sus asociados.

Pero dejemos que ella misma nos cuente su historia.

“Mi nombre es Milagros Rubio Valdés tengo 43 años de edad y en la actualidad soy enfermera del Círculo Infantil  “Constructores Amigos” situado en el Reparto “Julio Antonio Mella”  más conocido por Montecarlo, al este de la ciudad. Hace diez años que trabajo allí.

“Desde que nací presenté serios problemas con la visión. Así y todo estudié hasta tercer grado aquí en Camagüey, pero hice el cuarto grado en la escuela especial en La Habana porque en esos años era la única de este tipo en el país. Regresé un año después.

“Los médicos decían que padecía de miopía y astigmatismo.

“Yo estaba en un círculo de interés que me ayudó a reforzar mi vocación por la Carrera de Enfermería y al terminar el 9no grado ingresé en esa especialidad, aunque no fue fácil porque hubo sus incomprensiones, pero también hubo mucha solidaridad y fraternidad que me ayudaron a concluir esos estudios y luego, la Licenciatura.

“Al finalizar, empecé a trabajar en el Hospital Provincial “Manuel Ascunce Domenech” de esta ciudad en la sala intermedia, pero sólo pude estar cuatro meses porque perdí por completo la vista. Luego recobré una baja visión.

Me ingresaron en el Hospital Nacional de Oftalmología “Pando Ferrer” en La Habana donde permanecí un año. Después me hacían pruebas y más pruebas en varios hospitales, figúrate, qué hubiera pasado si yo no viviera en este país porque todo eso cuesta mucho y yo no tenía para pagar.

“Bueno, la cuestión fue que el diagnóstico dio que yo sufro de una distrofia en el nervio óptico y que era la causa de mi fotofobia, la no distinción de los colores y retardo en la información para reconocer las distancias de los objetos.

“Pero déjame decirte una cosa, las personas se equivocan conmigo porque no creen que  tengo baja visión ya en su última fase para quedarme ciega...”

La interrumpo y le digo: pero Milagros cómo van a pensar que no ves si tienes ese carácter tan abierto y jovial, eres bonita y con unos ojos muy expresivos.

Y entonces, con esa risa tan alegre que tiene me cuenta una anécdota que le sucedió en una cafetería donde pidió una malta y un joven se acercó, compró dicha bebida y se la regaló acompañada con el piropo de que con esos ojos tan lindos merecía que le obsequiaran la malta.

Sobre otros temas ella me explica:

“He trabajado en varios centros de educación y de salud como el Policlínico de este reparto y como te dije anteriormente, hace diez años laboro en el Círculo Infantil, donde me ocupo de los alimentos de los pequeños, de todo lo vinculado con la higiene, la dispensarización y otras cosas propia del trabajo.

“En mi centro me siento bien, somos unidos y soy muy respetada y querida. Así mismo es en mi vida hogareña. Yo resido aquí, en este reparto y mis vecinos me aceptan como soy. Hago una vida social como cualquier otra persona, porque además mi madre, que falleció ya, como mi padre, me prepararon porque desde niña la vida no ha sido muy generosa conmigo con la visión.

“Pero déjame decirte que yo nunca sufrí complejos y era una niña tremenda a pesar de las dificultades para ver. Mi padre decía que no necesitaban un varón porque entre mi hermana y yo los hacíamos felices.

“Los tres fallecieron y estoy sola, lo bueno hubiera sido que ellos estuvieran conmigo, pero no pudo ser. Por la parte material no me quejó porque tengo un apartamento, un trabajo, soy una profesional de la salud y disfruto del amor y la solidaridad de muchas personas que me han ayudado a ser y a sentir que soy amante de la vida.

1 comentario:

  1. Qué notable la experiencia de esta joven mujer que no supo de desmayos ni complejos por su capacidad distinta. Gracias María por este informe, le digo que en cualquier momento le envío el artículo sobre los niños especiales que le prometí, hasta ese instante. José.

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