Casi todos los camagüeyanos de la ciudad conocemos la Casa de la Trova, un lugar donde se dan cita cubanos y extranjeros para deleitar al oído, rememorar antiguos amores o conciliar desperfectos. Un sitio donde el romance se abraza en cada objeto, en cada adorno musical, en cada rincón, en su patio, o en su interior para convertir a la música cubana en única protagonista.
Allí se dieron cita, con bastones, o en sillas de ruedas, con alguna limitación física en las extremidades inferiores o superiores, o con las secuelas de la paraplejia hombres y mujeres que continúan transitando por el camino de la vida, para dar fe más que de sus aptitudes, de las actitudes.
¿Y para qué fueron a la Casa de la Trova?
Resulta que cómo dijimos en otro trabajo de nuestro Blog del 24 al 26 de abril tuvo lugar allí el Festival Zonal de cantantes discapacitados pertenecientes a la ACLIFIM, el que fue todo un éxito no sólo por la profesionalidad de los participantes, sino porque se convirtió en una verdadera muestra de amor y solidaridad.
Según Ramón Rodríguez, metodólogo del Consejo Nacional de Casas de Cultura estos acontecimientos contribuyen a fortalecer la autoestima de ellos, pero también las personas que están a su alrededor conocen más de este mundo y sus particularidades.
Y para el jurado no fue nada fácil dictaminar a los ganadores entre los competidores de las provincias de Ciego de Ávila, Cienfuegos, Villa Clara y Camagüey, pero al fin todo salió bien, y por el dominio de los requisitos técnicos de la afinación, la métrica, la interpretación y el repertorio, incluso el acompañamiento, resultaron ganadores del primer premio, que por cierto fue compartido, el competidor de Ciego de Ávila, Omelio Suchet y el camagüeyano, Wilfredo Acanda.
El segundo lugar también fue para un participante de nuestra provincia, Leonel Montoya y el tercer premio correspodió a una mujer cienfueguera Magdalena López. Igualmente se otorgaron cinco menciones.
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