Desplomado, pero de nuevo en pie

Por: Enrique Atienzar/Fotos: Del autor y Otilio Rivero

Ricardo Fernández
Quien hubiera visto a Ricardo Fernández desplomarse del escenario y caer en el foso de los músicos del teatro “Principal” --a la altura de más de dos metros-- y sufrir múltiples lesiones graves en el inesperado accidente, no creería que ande hoy por las calles de esta ciudad con un caminar pausado y el auxilio de su bastón de limitado visual.

El afinador de piano no calculó el peligro. Empezó a andar por el tabloncillo del coliseo de la calle Padre Valencia con el medio de apoyo, su permanente compañía, pero una imprecisión espacial de no prever la distancia entre el borde límite de la plataforma y la escalera, desencadenó el fatídico problema.


Cuando el hecho ocurrió faltaban pocas horas para celebrar la sesión camagüeyana de Cubadisco 2011, incluso, en jornadas anteriores de ensayos, Fernández recorrió el lugar sin contratiempos.

Él estuvo hospitalizado veinticinco días en la sala de ortopedia del hospital clínico quirúrgico “Manuel Ascunce Domenech”. El 14 de abril le dieron el alta. El diagnóstico médico, después de practicarse exámenes imageonológicos (Rayos X y Tomografía Axial Computadorizada) confirmó una Luxación Central de Cadera.
El doctor Osvy Quintero Rodríguez, especialista de primer grado en ortopedia y traumatología y médico de asistencia del hospital provincial Manuel Ascunce Domenech, dijo que ese traumatismo es raro y que se observa en accidentes automovilísticos.

La cabeza femoral se le introdujo prácticamente dentro de la pelvis. Ello requirió permaneciera encamado boca arriba con tracciones en esa región corporal, en la rodilla, el tobillo y una férula para que el peso ejerciera su función.

El activo miembro de la Asociación Nacional de Ciegos  pensó que resultaría difícil caminar, aunque no perdió la esperanza de andar como tampoco sus médicos. “He sido una persona que tengo fe en el futuro porque lucho para ello”.

La causa esencial de su ceguera es miopía degenerativa progresiva de nacimiento y luego desprendimiento de retina en ambos ojos, acentuado después de los treinta años de edad.

¿Sentiste acompañamiento de la ANCI desde el primer momento en que se conoció la noticia del accidente?
“En todo momento recibí el apoyo de la ANCI. Había un representante permanente, compañero mío de trabajo, asociado también a la organización, quien permaneció allí. Iba dos veces al día a verme. Recibí visitas de directivos de la provincia y del municipio”.

Leonel Marginat
nel Marginat Guerrero, presidente de la ANCI en Camagüey, destacó en entrevista a este medio  que el objetivo de la asociación es organizar a las personas ciegas y de baja visión, y movilizarlas en función de su rehabilitación, fundamentalmente en la movilidad en el espacio, en el uso del bastón, en su participación en actividades educacionales y en todo lo que contribuya a su formación, incluso, desde edades tempranas.

“Cuando conocemos un caso de un niño enseguida hacemos las gestiones para a través del centro de diagnóstico y orientación realizarle el estudio para que ingrese a la escuela especial “Antonio Suárez Domínguez” en la que además de la parte docente son ayudados para la rehabilitación por un personal competente”.

Ricardo sintió un gesto de solidaridad, de hermandad y de compañerismo de su organización social “incluso después del alta me llevaban y traían del hospital para curarme en el área infestada del fémur del muslo izquierdo”.

¿De quién más recibiste apoyo?
“De un grupo de personas, de organismos, de familiares y de amistades del Centro Provincial de la Música y de mi núcleo del Partido Comunista de Cuba”.

A finales de junio pasó definitivamente para la casa donde vive en el reparto América Latina. Allí se valió de una silla de ruedas para trasladarse de un lugar a otro.

Maricelis Antuñedo, jefa del servicio de rehabilitación del policlínico “Rodolfo Ramírez Esquivel” (PIRRE) encauzó el tratamiento especializado en la casa para fortalecer los músculos, imprescindible para que no quedara mutilado, recuperación posible después de veinticuatro jornadas de masajes y otras técnicas para prepararlo para la marcha.

“Estoy bien, me siento bien y me valgo por si mismo con mucha calma y cuidado”.

¿Cuánto te costó todo entre gastos del hospital y de rehabilitación?
“¡Nada!”,  exclamó con  un tono de complacencia.
“Es un trabajo sumamente humano. Cuando se dice salud, se dice la vida del ser humano. He visto una buena atención desde el personal médico como paramédico y de las unidades asistenciales donde fui atendido”.

¿Te mantendrás afinando piano como trabajador del Centro Provincial de la Música o como vas a cumplir 65 años piensas jubilarte?
“El número de años no es lo que lo vence a uno,  sino lo que me ocurrió y me puso a meditar. ¿Qué dificultades tendré? Eso lo dirá el cuerpo humano. He pensado mejor en el retiro.

“Afinaré los pianitos que se presenten aquí o en otra localidad, mientras pueda hacerlo. Me lleven un carro y me retornen.

Para afinar piano ¿Qué es lo mejor la visión o el sentido de los oídos?
“Allí es el sentido auditivo, el oído, no es otra cosa”.

Ricardo no quiere recordar  el día en que cayó. Por mucho que pidió auxilio no lo escuchaban, las puertas estaban cerradas y soportó un dolor intenso.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano alcanzó subir el muro del foso, a la escalera, levantar la pierna y pasarla para el otro lado y con descansos pausados.

Clamó a ver si alguien acudía al auxilio. Fue a las cinco de la tarde en que la custodio entró y logró dejar  atrás aquella odisea de más de dos horas.

Llamaron por teléfono a la casa de Ricardo, buscaron a una doctora que reside cerca del Principal y en minutos  llegó la ambulancia del Sistema Integrado de Urgencia Médica (SIUM) que lo trasladó hasta el hospital donde aguardaban familiares.

Dejo abierta la interrogante: ¿En cualquier otro país los ciegos reciben un servicio tan esmerado como el de Cuba, donde no hay política de exclusión, todo el mundo tiene derecho, sin importar limitaciones físicas ni posición política, social o religiosa?

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