Cambiemos el mundo de las desesperanzas

Desesperanzas que me persigues
Rencores contra mis imperfecciones
Pero, decidme Señor
¿Conoces la perfección,
Es acaso el agua de la vida perfecta,
Nuestra sangre es tan pura
o la razón que gobierna al mundo es tan razonable?


Son versos desconocidos pero que nos llaman a la reflexión ante las injusticias de los propios seres humanos, de los que se creen estar por encima de los que por diferentes razones han dejado de ser semejantes a la mayoría.


Vivimos actualmente en un mundo repleto de asimetrías las que desbordan la vida cotidiana con la multiplicación de las miserias, las injusticias y las infinitas desigualdades. Pero para algunos la indiferencia hacia esta realidad y el volteo de cara es más fácil y dar la espalda y coincidir con la superficialidad es más cómodo.

El canto al individualismo, la prosa de la vanalidad, el lenguaje de la evasión y la subestimación llenan espacios irrecuperables de una visión mediática que se esparce por el universo de las modernas tecnologías.

Pero esas mismas tecnologías también acogen las necesidades divulgativas  de un importante sector de la población mundial: las personas con discapacidad, las que a través de los siglos han tenido que soportar la ignorancia, el irrespeto y la marginalidad.

Por suerte ya no vivimos en esas etapas de la civilización y aunque quedan rezagos, el avance de la medicina moderna y el desarrollo de las organizaciones internacionales de salud y la voluntad política logran situar esa temática en el lugar que le corresponde con estudios científicos y programas sociales relevantes que ofrecen una visión acorde con nuestros tiempos de las imperfecciones más visibles del ser humano.

Y digo imperfecciones más visibles porque hasta ahora, no se conoce a ningún ser humano perfecto.

El concepto de discapacidad no es posible establecerlo con límites que separen la discapacidad de las capacidades, por la sencilla razón de que como expresé antes no hay personas perfectas y por lo tanto, que posean un repertorio completo de las habilidades conocidas y permitan enfrentarse a las múltiples y cada día más cambiantes demandas de la sociedad.

Sin embargo, cuando el ser humano es afectado en su integridad física empieza a descubrir potencialidades asombrosas que nunca hubiera imaginado.

No quiero caer en el exceso de las excepciones pero no pocos individuos con discapacidad fueron grandes hombres y mujeres: artistas,  científicos, deportistas y decenas de ejemplos en la vida cotidiana son para los que no padecen de imperfecciones, o los llamados, equivocadamente, normales.

De la misma forma en la que el ser humano se ha desarrollado a través de los siglos y se convierte en un ente lleno de fuerza capaz de salir al cosmos, combatir las enfermedades y crear inventos tecnológicos inimaginables, conviven con él débilidades de todo tipo que no ha podido eliminar, por eso
la discapacidad aparece por varias causas: por la genética, por las mismas enfermedades, por los medicamentos o por los accidentes. De ahí que nadie está exento de sufrir alteraciones en su integridad  física que lo conviertan en  una persona con discapacidad.

Por otra parte, a través del tiempo el vocabulario utilizado para denominar a las personas con limitaciones  físicas, incluyendo las de tipo intelectual, se empleaba con más o menos características despectivas, de burla, e incluso se fueron creando frases como la de más sordo que una tapia, o “sales más caro que un hijo bobo”·

Muchos aspectos de la vida moderna han hecho posible desaparecer los viejos prejuicios y facilitar las intervenciones en la sociedad. Además se amplian los conceptos y se modifica la visión sobre el ser humano en condiciones extras, porque en definitiva, son personas con iguales sentimientos y necesidades y tienen más puntos en común que diferencias con el resto de la sociedad.

Su discapacidad no los hace infelices, en un gran número de ejemplos porque saben superar lo que la vida les impuso, pero además, hacen felices a los demás. 

Con el avance de la ciencia y la técnica la calidad de vida de las personas con discapacidad ha sido objeto de un vuelco muy positivo al aliviar las desventajas en relación con las demás personas.

El mundo que nos rodea cada día se hace más dificil pero no olvidemos jamás que esas dificultades las crea el propio hombre. Entonces no nos afiliemos a los que crean barreras para la humanidad, no sumemos odio, ni rencores, no multipliquemos las envidias, ni las indiferencias, no dividamos el amor, ni restemos las fuerzas de la esperanza.

Cambiemos todo el daño que nosotros mismos nos hacemos y empecemos a recorrer el único camino posible que nos mantendrá vivos con dignidad, el del amor.


Desesperanzas que me persigues
Rencores contra mis imperfecciones
Pero, decidme Señor
¿Conoces la perfección,
Es acaso el agua de la vida perfecta,
Nuestra sangre es tan pura
o la razón que gobierna al mundo es tan razonable?


Son versos desconocidos pero que nos llaman a la reflexión ante las injusticias de los propios seres humanos, de los que se creen estar por encima de los que por diferentes razones han dejado de ser semejantes a la mayoría.


Vivimos actualmente en un mundo repleto de asimetrías las que desbordan la vida cotidiana con la multiplicación de las miserias, las injusticias y las infinitas desigualdades. Pero para algunos la indiferencia hacia esta realidad y el volteo de cara es más fácil y dar la espalda y coincidir con la superficialidad es más cómodo.

El canto al individualismo, la prosa de la vanalidad, el lenguaje de la evasión y la subestimación llenan espacios irrecuperables de una visión mediática que se esparce por el universo de las modernas tecnologías.

Pero esas mismas tecnologías también acogen las necesidades divulgativas  de un importante sector de la población mundial: las personas con discapacidad, las que a través de los siglos han tenido que soportar la ignorancia, el irrespeto y la marginalidad.

Por suerte ya no vivimos en esas etapas de la civilización y aunque quedan rezagos, el avance de la medicina moderna y el desarrollo de las organizaciones internacionales de salud y la voluntad política logran situar esa temática en el lugar que le corresponde con estudios científicos y programas sociales relevantes que ofrecen una visión acorde con nuestros tiempos de las imperfecciones más visibles del ser humano.

Y digo imperfecciones más visibles porque hasta ahora, no se conoce a ningún ser humano perfecto.

El concepto de discapacidad no es posible establecerlo con límites que separen la discapacidad de las capacidades, por la sencilla razón de que como expresé antes no hay personas perfectas y por lo tanto, que posean un repertorio completo de las habilidades conocidas y permitan enfrentarse a las múltiples y cada día más cambiantes demandas de la sociedad.

Sin embargo, cuando el ser humano es afectado en su integridad física empieza a descubrir potencialidades asombrosas que nunca hubiera imaginado.

No quiero caer en el exceso de las excepciones pero no pocos individuos con discapacidad fueron grandes hombres y mujeres: artistas,  científicos, deportistas y decenas de ejemplos en la vida cotidiana son para los que no padecen de imperfecciones, o los llamados, equivocadamente, normales.

De la misma forma en la que el ser humano se ha desarrollado a través de los siglos y se convierte en un ente lleno de fuerza capaz de salir al cosmos, combatir las enfermedades y crear inventos tecnológicos inimaginables, conviven con él débilidades de todo tipo que no ha podido eliminar, por eso
la discapacidad aparece por varias causas: por la genética, por las mismas enfermedades, por los medicamentos o por los accidentes. De ahí que nadie está exento de sufrir alteraciones en su integridad  física que lo conviertan en  una persona con discapacidad.

Por otra parte, a través del tiempo el vocabulario utilizado para denominar a las personas con limitaciones  físicas, incluyendo las de tipo intelectual, se empleaba con más o menos características despectivas, de burla, e incluso se fueron creando frases como la de más sordo que una tapia, o “sales más caro que un hijo bobo”·

Muchos aspectos de la vida moderna han hecho posible desaparecer los viejos prejuicios y facilitar las intervenciones en la sociedad. Además se amplian los conceptos y se modifica la visión sobre el ser humano en condiciones extras, porque en definitiva, son personas con iguales sentimientos y necesidades y tienen más puntos en común que diferencias con el resto de la sociedad.

Su discapacidad no los hace infelices, en un gran número de ejemplos porque saben superar lo que la vida les impuso, pero además, hacen felices a los demás. 

Con el avance de la ciencia y la técnica la calidad de vida de las personas con discapacidad ha sido objeto de un vuelco muy positivo al aliviar las desventajas en relación con las demás personas.

El mundo que nos rodea cada día se hace más dificil pero no olvidemos jamás que esas dificultades las crea el propio hombre. Entonces no nos afiliemos a los que crean barreras para la humanidad, no sumemos odio, ni rencores, no multipliquemos las envidias, ni las indiferencias, no dividamos el amor, ni restemos las fuerzas de la esperanza.

Cambiemos todo el daño que nosotros mismos nos hacemos y empecemos a recorrer el único camino posible que nos mantendrá vivos con dignidad, el del amor.

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