Piedad y Roberto |
Foto: Otilio Rivero Delgado
“Cada vez que un médico me explicaba de una posibilidad de recuperar visión, allá iba yo a operararme y pude hacerlo porque como tú sabes es gratuito. Cinco veces me sometí a las intervenciones quirúrgicas, pero todo fue en vano, porque la retinosis pigmentaria se adueñó de mis ojos”.
“Tengo 70 años de edad y hace tres décadas perdí totalmente la vista y ya no me preocupo por nada, ni por el tiempo porque si lo hago me empiezo a sentir muy mal, pero en ese momento no podía conformarme, era joven todavía y con unas ganas muy grandes de continuar mi vida laboral, aunque me declararon no apto por peritaje médico”.
“Ah, se me olvidaba decirte mi nombre, que es Roberto Pérez Pérez y también quiero que sepas que mi esposa, ha sido mi guía y mi inspiración siempre, gracias a ella es que sigo aquí enfrentando mi ceguera”.
“Empezaré por contarte que mi padre tenía tierras y equipos por lo que empezó a trabajar desde principios de la década del sesenta, con el Estado y yo con él”.
“Me atrajo siempre la vida agrícola y todo lo relacionado con ella, en especial la mecánica porque en la agricultura es fundamental el uso de los equipos pero ellos requieren de mantenimiento constante y eso me atraía mucho”.
“Aunque mi esposa es de aquí de Camagüey, nosotros vivimos algunos años en Ciego de Ávila y cuando perdí la visión y pasé al peritaje, decidí retornar a Ciego”.
“Cuando empecé a asesorar el trabajo de mecánica en los tractores, los obreros decían: -- pero cómo una persona ciega va a trabajar aquí en los equipos”.
“Pero con el tiempo y los resultados de mis esfuerzos conformamos un buen colectivo de trabajadores y pude realizar una buena innovación en los tractores Yumz-6M, equipos de fumigación de alto despeje. Con la colocación de tamboras se impedía la entrada del agua dentro de la maquinaria”.
“También en el central azucarero Ciro Redondo hicimos innovaciones. Allí había varias locomotoras paradas por problemas en los inyectores, yo los revisé y me di cuenta de los problemas que presentaban. Seguro que estás pensando cómo lo hice, si soy ciego, pero recuerda que con mi experiencia en la mecánica y las potencialidades que la ceguera desarrolla, pues les indiqué las deficiencias y todo se resolvió. Las locomotoras volvieron a echar a andar”.
“Así ciego y todo, luego fui a colaborar y a asesorar en la EMPRESTUR, o sea la empresa de turismo en Cayo Coco, también en el perfeccionamiento de los tractores de alto despeje que se utilizaban para la limpieza del fondo marino. Innovaciones que se aplicaron en este tipo de equipos utilizados en el país para los mismos quehaceres”.
“Y allí continué asesorando en otras innovaciones porque me sentía bien siendo útil; pero también porque era una forma de luchar contra mi ceguera”.
“Lea este recorte de periódico, ya tiene varias años de publicados, allí está la información de que yo fui el primer innovador de esta provincia que logró embotellar el biogás”.
“De mi familia te diré que adoro a mi esposa, ella trabajaba en esa misma Empresa y nos ayudábamos mutuamente, ahora ella le va a contar”.
“Hace 50 años nos casamos, es decir que llegamos a las bodas de oro, con nuestros tres hijos: dos hembras y un varón, de los cuales nos sentimos orgullosos”.
“Ahora yo, Piedad Pagés González, soy la jefa, como dice Roberto y también sus ojos, pero a pesar de su ceguera somos felices”.
“Cómo usted ha visto y a pesar de sus limitaciones, es un hombre muy especial, trabajador toda la vida, que no le ha tenido miedo a nada y lo ha demostrado con su falta de vista porque siempre se ha caracterizado por estar dotado de luz larga”.
“Somos una pareja de la tercera edad, que vivimos en un país donde los ancianos son protegidos y el sistema de salud nos brinda gratuitamente sus servicios”.
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